Caminando por la vida
Camino que transitamos,
ese rosario de la aurora
que con ansia esperamos.
Ese fervor de pasiones
que muchos recitamos
cuando creemos soñarlo.
El dolor del costado
que a veces nos oprime
cuando nos aprisiona.
Esa montaña lejana
que parece alcanzarla
y tocarla con la mano.
Los pesares tristes
que nos agravian
y nos hacen daño.
El sentir de los sentires
de un amor equivocado.
Si no es correspondido
y, al contrario,
de sentirse enamorado.
Amor que ha florecido
en el corazón henchido
de fuego y de pasión.
Es el universo que bulle
a fuego lento, despacio
en esa invisibilidad lejana
que no vemos.
Es como el viento
cuando nos sopla
de costado.
Y tampoco lo vemos
con resentimiento
como lapa nadando.
Ese el frío que se mete
hasta los huesos
con el tiempo helado.
El rayo y la centella,
la tormenta cuando truena
por fuera y por dentro
y de lado.
Es ciego el que no ve
y el que sí ve
se vuelve más ciego.
Sordo es el que no oye
y no quiere escuchar
y sigue sordo cuando,
su sordera hace dudar
al contrario.
Lo que le están diciendo
y es la pura verdad,
que sordo, por lo tanto, es,
y sordo se queda.
Tristes son los amaneceres
cuando el cuerpo se levanta
y las mañanas sin esperanza.
Tristes los atardeceres
cuando ha pasado el día
sin poder ver a tu amada.
Perdida es la esperanza
de mucho buscarla
y de no encontrarla.
Risa del que llora
porque llorar no sabe
ni le sale del alma.
Llanto es a quien
le sudan los ojos
plañideras con tristezas
que te rompen el alma.
Todos padecemos de algo
siempre, siempre y nadie
nos salvamos de nada.
Muerto de risa
es el que se muere
y revive mañana.
Cuando canta la alondra
y el jilguero y el perro ladra,
todos queremos tener voz
aunque nos falte la palabra.
Estamos en este mundo
porque estamos vivos
y no estamos muertos
que eso será el mañana.
Calvario, verano, 2019
Romero Salgado Pacha




















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