lunes, 29 de marzo de 2021

Poemario: "La niña Samaritana"


Con todo el cariño. 
Para Pili Álvarez Bravo
(Alonso)
Autor:
Alonso Pallares


"La niña Samaritana" 

Te veo en la distancia, 
en esa lejanía del tiempo,
en esa edad temprana,
casi perdida en el recuerdo.

En algún momento
de ese tiempo transcurrido,
sentí la tristeza dentro de mí, 
guardada dentro, en tu mirada.

Recuerdos, no borrados, afloran
en la retina del largo tiempo,
esperando que un día
 a mi llegaras como entonces.

¿Porqué sentí dentro de mí,
el dolor de mi alma perdida?
¿Porqué dejaste pasar, los
sentimientos de niña adormecida?

¡Sentiste ese  dolor 
más que el propio mío!
¡y quisiste asumirlo
como tan solo tuyo!

Mi dolor fue apagándose,
solo con tu fe comprimida
tu compasión de cada día,
y tu callada mirada en mí fija.

Pobre niña mía, dolor de mi alma
calladamente y con tristeza sufrías, 
y más de una lagrimita
de tus lindos ojos caía.

Eras un Ángel, nadie te reconocía,
no vieron tus alas como aureola
que en tu alma nacían,
y que tan solo mis ojos veían.

Pero, el fin apareció de repente,
alguien cortó tus alas
y te fuisteis llena de pena,
de angustia y dolor.

Tu no comprendiste nada
solo una  pena dentro de ti,
que en tu pecho florecía
la herida de niña desangelada.

Asomando a esos lindos ojos tuyos
llenos de rabia contenida
si acaso en tu pecho albergara,
por quitarte las angelicales alas.

(II)

Triste quedó mi corazón,
un día y otro esperaba, 
a la misma hora
cada tarde y mañana.

Convaleciente en la cama,
por si la puerta se abría
y por ella tu entraras,
como simple esperanza
que solo el viento empujaba.

No pudo ser el ansiado deseo,
no asumiste esa desdicha,
ni comprendieron tu pena,
que triste brotó de tu alma.

(III)

Las horas, los días,
los meses y los años pasaron,
y era cosa olvidada,
en ese largo tiempo perdido.

¿No será esta, esa niña
que yo un día convaleciente
mi dolor consolara con
 candor de niña adormecida?

La timidez de su semblante
sé reflejaba en su dulce cara,
y cual surgiendo de magia pura,
un silencio se escuchaba.

Era la voz misteriosa que,
del pecho de la niña gritaba
con voz suave y quebrada,
 quedando en su interior ahogada.

Todos los días a la misma hora, 
en sueños escuchaba tus pisadas,
eran firmes, seguras, pausadas, y,
un halo iluminado que te guiaba.

Y como antes, apareciste 
en el recuerdo, tal como eras,
en tus manos llevando las viandas,
dichosa, de tierna y humilde mirada.

El pelo trenzado a la espalda,
en un dócil y armonioso balanceo,
llevando el ritmo acompasado a,
los pasos de juvenil cantoneo.
Tal como linda muñequita.

Precioso el conjunto adornaba
  tu preciosa y linda cabecita 
de un trenzado bien dibujado 
pelo suave, castaño oscuro
más allá de su tierna cinturita.

 (IV)

Ahora la niña es abuela,
y mirando a su nieta, 
le recuerda vivencias pasadas,
confusas y borrosas por el tiempo,
de niña Samaritana.

Son pasajes de la vida 
que el tiempo se los llevara,
¿Cuándo han de volver? 
El ego se nos preguntara.
¡Han vuelto, están aquí!

El viento un día volvió a pasar
devolviéndonos el tiempo pasado, 
¿Es como fue, es como era?
y nos trajo en forma de suave brisa
para sentirlas y recordarlas.

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