La cereza
Cuando tomes una,
dos o las que sean
de cerezas piensa en mí,
piensa que mi boca
es tu boca y la tuya mía.
Y ese dulzor que te doy
y que has de sentir
es que a cada instante
es el que siento yo por ti.
Ese brillo de la cereza
serán tus ojos y los míos
cuando tú me miras
y yo te miro.
Con esa sonrisa tuya
y esa impavidez mía,
el arrebato de la sangre
que me hierve te diré,
cuanto te adoro.
Y para volver a sentir
ese placer de los dos
te pediré el permiso,
para decirte, mi amor
cuanto te quiero.
Montt, 7, julio, 2025
Romero Salgado Pacha
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