Llueve y llueve
Cayeron las lluvias
después de varios días
pausada, tranquilas,
y sosegadas.
Cómo pañuelo mojado
como una melodía
son los sueños nuestros
acariciándonos la cara.
Tierra de sed y hambre,
de anhelo y de esperanza,
ya se nota el frescor
de las mañanas heladas.
De las noches sin sol
sin luna las madrugadas.
Se levantan las nubes
y sale el sol gozoso
montando en caravana.
Con ese viento fino
que se mete en las sienes
que vuela las melenas
y los dedos agarrotan.
El sol todo lo acaricia
con su tibieza meridiana
que atraviesa y se escapa
de las nubes blancas.
Como colador de nieve
se llena en las alturas
y nos sonríe con dulzura
de aquel que esquiva
las impurezas del alma.
Romero Salgado Pacha
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