domingo, 23 de noviembre de 2025

Poemario: "Milagro en el río"




Milagro en el río

Hoy he vuelto al río,
 los pies me llevaron allí
para ver los peces de colores 
que me miran y me miraban 
con esa sonrisa de abril. 

El calor era implacable 
una primavera inesperada,
 cuando llegar aún faltaba,
 con saber de este tiempo 
 que nos da cada mañana.

Veo correr el agua
cristalina y clara, 
 como cuando miro
 como espejo tu cara 
en ella reflejada.

 Los peces saltan y saltan
el agua del río arriba, 
queriendo subir su cauce
y meterse en esa charca 
 de arriba con mucha agua. 

He visto muchos peces
de belleza original 
con esa luz reflejada,
del arco iris en su piel
que hiere en la mirada.

No falta ninguno
 otros no conozco su cara, 
el azul, el verde y el malva; 
el amarillo, el rosa el morado
y ese violeta que resalta. 

Quise acercarme a él
  me miraba y me miraba 
y no dejaba de mirarme, 
me guiñaba sus ojos
y besos me daba.

 Y el violeta muy celoso
 moviéndose con gracia 
sus aletas corriendo 
de mí se escapaba.

Qué dulzura al ver
 tantos peces corretear 
quise ir corriendo tras ellos 
por ver si me besaban.

Pero celosos unos de otros 
se zambullían en el agua
y como por ensalmo
desaparecían a la mirada.

Yo quise ser un pez 
para seguirles la jugada 
meterme en el agua 
y besarlos con mi boca 
 para que no se asustaran.

 Vi que todos se volvían
 a la vez por saber y ver
 quién de ellos a la una
 primero a la meta llegaba.

Y en un coro de voces
de dulzura en las agallas
un canto tras otro canto
una melodía tocaban.

Y viendo como ese pez 
más tierno y hermoso,
 más que ninguno de ellos
 en la charca no nadaba.

 Asustado y al verme 
sin dejar de mirarme
al zambullirse parecía
 ahogarse en el agua.

Entonces quise 
ser un pez en el agua
y nadando bajo ella
por ver si le salvaba.

Tropecé con torpeza
con un canto rodado 
y al caer creí iluso
que yo me ahogaba.

 Yo intenté de salvar 
ese amoroso pez 
que fijada su miraba 
 que me daba besos 
y me besaba.

Todos salieron al rescate,
 el morado, el rosado
el verde y el malva,
 en carrera desenfrenada.
y ver quien primero llegaba.

 Pero he ahí el milagro 
de una especie rara, 
este pez maravilloso 
que salió del misterio, 
donde se ocultaba.

 Di gracias a todos 
y prometí volver otro día 
a la charca donde estaban
 por ver si todos ellos 
allí me esperaban.

¡No, no me olvidaré 
de ninguno de ellos! 
Pero el milagro se hizo
y apareció de improviso
el violeta que me hablaba.

 Para acariciarme 
con su dulce mirada 
y sin dejar de mirarme 
besitos me daba.

 Todos contribuyeron 
al salvamento del pececito 
 al mismo tiempo que a mí, 
con ese divino milagro, 
 me salvaron del agua. 

No dejaban de mirarme 
como a un ser extraño 
que con tanta devoción
y que con tanto cariño
 a todos me saludaba.

Un beso de despedida 
en señal de agradecido
 y la promesa de volver
 en los años sucesivos
para bailar y bailar.

Por pasodoble
y sevillanas
con esos pececitos 
con el morado 
el violeta y el malva.




Montt, 23, nov. 2025
Romero Salgado Pacha





 

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