Esta tarta, "Técula Mécula", es originaria del pueblo extremeño de Olivenza, Badajoz.
Es un excelente postre que no siempre puede encontrarse allá donde uno vaya.
Es por ello que.este pueblo encantador, de Olivenza, tengan sus vecinos el privilegio de mostrar a todos sus visitantes este delicioso manjar, como postre, como aperitivo o como, el simple hecho, el de tomarlo así mismo, en cualquier momento.
Se dice que esta receta fue encontrada, hace un siglo, en un baúl de una casa de Olivenza. La casa que ha creado esta rica tarta la distribuye por toda España, especialmente por Navidad.
¿Queréis saber los ingredientes que lleva la Técula Mécula? Tal como a nosotros nos ha llegado:
Ingredientes para 8-10 personas
250 gr. de masa de hojaldre
7 yemas y 1 huevo entero
500 gr. de azúcar
¼ litro de agua
1 cucharadita de zumo de limón
50 gr. de manteca de cerdo
250 gr. de almendras molidas
75 gr. de harina
Preparación: Forrar con la masa de hojaldre un molde redondo de fondo separable. Dejar en el congelador al menos 15-20 minutos para que luego al cocer no se bajen los bordes. Se hace un almíbar a punto de hebra flojo, con el azúcar, el agua, y el limón y se deja enfriar. Batir el huevo entero con las siete yemas, añadir la harina mezclada con las almendras molidas, luego agregar el almíbar y la manteca de cerdo y mezclar muy bien, hasta conseguir una masa homogénea, pero poco espesa. Se rellena el molde forrado de hojaldre que sacamos en el momento del congelador y se cuece en el horno a 180ºC. Antes de sacarla del horno se debe comprobar la cocción con una aguja, que debe salir limpia. Dejar enfriar, desmoldar, salpicar con azúcar glas, poner un poquito de huevo hilado o yema y lista. (Bloog "La Cocina de Zaira")
Era mediados de los años 80 cuando conocimos esta ciudad a orillas, fronteriza con Portugal...
ResponderEliminarEsos veranos en los que, desde el Hogar Extremeño de Madrid de la Gran Vía madrileña, organizábamos excursiones en las vacaciones estivales para conocer nuestra tierra extremeña...
Y conocimos y desgustamos, por vez primera, este laborioso y exquisito dulce... Un verano, mediados de agosto, el sol caía de lleno y después de la comida copiosa bien venía un buen postre... la somnolencia estaba asegurada, pero la experiencia y lo agradable del lugar fue multiplicadora..