Autor:
Chinguiz Aitmatov.
Pero te marchaste nadando. Si hubieras sabido que nunca te convertirías en pez, que no llegarías hasta el Issik-Kut, ni verías el barco blanco, ni le dirías: "¡Hola, nave blanca! Soy yo"...
Ahora sólo puedo decir una cosa: tú rechazaste lo que se negaba a admitir tu alma infantil. Y eso es lo que consuela. Viviste como un relámpago, que refulge una vez y se extingue. Pero los relámpagos brillan en el cielo. Y el cielo es eterno. Eso es lo que me consuela.
Y también me consuela saber que la inocencia infantil es en el hombre como el germen en el grano. Sin el germen, el grano no espigará. Y nos espere lo que nos espere en el mundo, la verdad vivirá por los siglos, mientras nazcan y mueran las personas...
Al despedirme de ti, chico, repito las palabras: "¡Hola, nave blanca! Soy yo"...
Madrid, 1988.
Ed. Alborada.
189 páginas + 1 hoja.
Traducción: Isabel Vicente.
Colección: "La Locomotora", nº 46.
Rústica.
12x19 cms.
El autor:
Chinguiz Torekúlovich Aitmátov nació en Sheker, (República Socialista Soviética de Kirguistán, Unión Soviética) el 12 de diciembre de 1928 y falleció en Núremberg, Alemania, el 10 de junio de 2008.
Fue un escritor kirguí de fama mundial, tanto en ruso como kirguís, y era la figura más conocida de la literatura de Kirguistán.
Otras obras suyas fueron:
Un pasaje difícil,
El primer profesor,
Cuentos de las montañas y las estepas,
Un campo maternal,
El barco blanco,
El llanto de un ave de paso,
Ascensión al Monte Fuji,
Las grullas tempranas,
Más de un siglo dura el día,
El patíbulo...
Ejemplar adquirido en Parla, el 21 de febrero de 2020.
Sín índice b.
20c.
(BG-5047)
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