Vázquez Siruela:
(Escritor, epigrafista e historiador extremeño)
Nació en El Borge. Málaga, en 1600.
Falleció en Sevilla, el 1 de junio de 1664.
Según parece sus antecedentes familiares procedían del pueblo de Siruela, Badajoz
De familia de origen campesino, sus padres fueron Bernardo Siruela y Catalina Vázquez de Godoi. En los primeros pasos de Martín Vázquez se desconoce dónde recibiría su primera formación hasta que en 1618 se trasladó a Granada para iniciar su carrera eclesiástica en el Colegio-Seminario de San Dionisio del Sacromonte, donde estudió Artes y Teología. En 1620 alcanzó los grados de Bachiller y Maestro en la Universidad de Granada.
Cinco años más tarde, fue nombrado canónigo “de aprobación” de la abadía del Sacromonte hasta 1630 fecha en la que accedió a la canonjía de colación.
En la abadía ocupó desde 1631 hasta 1635 el cargo de secretario seguido del de clavero segundo. Obtuvo el grado de doctor por la Universidad de Granada en 1640 y al año siguiente salió elegido rector del Colegio de San Dionisio, donde había impartido clases de Teología, Antigüedad Clásica y Jurisprudencia.
En 1642 se instaló en Madrid al servicio del marqués del Carpio, Luis de Haro y de Guzmán, que le nombró maestro de Gramática de su hijo Gaspar, futuro marqués de Heliche.
Abandonó la Corte en 1647 y se trasladó a Sevilla, ciudad en la que obtuvo la dignidad de canónigo de la catedral, y donde residió hasta su muerte
Estaba considerado como uno de los más prestigiosos teólogos de la corte de Felipe IV, llegando a enseñar Humanidades a algunos de sus miembros. Sus primeras reflexiones tendrían como escenario la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, parroquia del pueblo donde nació, obra del gótico-renacentista del principio del XVI.
Además de profesor de teología en la Abadía de Sacromonte de Granada fue profesor de Humanidades de Gaspar de Haro, el que fuera después virrey de Nápoles y protegido del rey de España, Felipe IV.
A veces se le presenta como un gran erudito, distinguido por su buen dominio de muchos idiomas, la amplitud de sus conocimientos y su ingenio; a veces, como un embustero, propenso a inventar fábulas y falsificar inscripciones, conforme a los intereses patrimoniales del marqués de Estepa su señor.
Relacionado con el círculo poético gongorista establecido en Granada en torno a Pedro Soto de Rojas, fue autor de uno de los más brillantes comentarios a Luis de Góngora, única obra del canónigo que, aunque siglos más tarde, vería la luz; el resto de sus escritos nunca fueron editados aunque sí manejados y copiados por diversos eruditos.
Este interés inicial de Vázquez Siruela por la Antigüedad se desarrolló bajo un clima general de exaltación de la religión respaldado por un sector de la cúpula eclesiástica y civil defensor de la autenticidad de los falsos cronicones, que no sólo favorecía la fabricación de testimonios de mártires locales sino también la confección de apócrifos que demostrasen sus remotos orígenes.
Sin embargo, sería su estancia en Madrid al servicio de los Haro, grandes bibliófilos y aficionados a las antigüedades, y la estrecha relación que mantuvo en la capital con su gran amigo y corresponsal Nicolás Antonio, a la sazón ocupado en la recopilación de materiales para la edición de una Censura de las Historias Fabulosas que liberase a la Historia de España de los fantasmas creados por la literatura apócrifa, lo que dio el impulso definitivo a Vázquez Siruela para la realización de una encomiable labor, rodeándose de una red de amigos y correspondientes con quienes intercambiar informaciones y debatir cuestiones históricas y arqueológicas, para que le facilitasen colecciones de textos con inscripciones al uso en su época.
Por tanto sus papeles originales, mezclados con otros de diferente índole, autoría y época, conservados en Madrid en la Biblioteca de Palacio y en Sevilla en la Biblioteca Capitular y Colombina, se convierten en un inmenso y valiosísimo caudal de datos que han supuesto la recuperación de algunos textos hasta ahora apócrifos.