La dama cautiva es de nuevo secuestrada (VIII)
Ahora que me encuentro solo
sin mi dama que me mime
que me caliente la alcoba
en esas noches largas
de ese frío del invierno.
Tiempo que nos hace tiritar
y que nos atenaza el alma,
con ese deseo de rescatarte,
de atravesar la distancia,
que de mí a ti te separa.
Y extiendo la mirada
que a lo lejos se pierde
de atravesar la distancia, en el espacio tiempo
que a ambos nos separa.
¿Dónde te hallarás cautiva
mi compañera del alma
mi añorada princesa?
Aunque lejos estás de mí
en esa prisión cautiva
y a esa larga distancia
¿Dónde te ha vuelto a llevar
este sultán traidor
usurpando mi morada?
,
¡Alcanzarle yo quisiera
y muerte al instante
con mi espada le diera!
¿Dónde estás tesoro mío
mi estrella errante, ahora?
¿Por dónde tú vagas
mi dulce dama cautiva,
dónde tú te hayas?
¿Si por las nubes del cielo
o las altivas estrellas
o te tienen encerrada
en ese castillo reconstruido
circundada de almenas
bien guardada?
¿Dónde estarás escondida
en qué lugar del castillo?
Quizás en esos aposentos
para estar mejor custodiada.
Ay mi princesa querida
mi reina bien amada,
esa hermosura tuya
parece se va apagando
de tantos deshonores
del malvado moro que,
vilmente te está dando.
Ese nuevo rey moro
que de nuevo al castillo
viniera y reconquistara
dejándome una herida
en el pecho no curada.
Espérame mi bien amada
que yo reúna mis huestes
para ir a rescatarte
y batiré terrible batalla.
Y derrocare a ese califa
que ha pasado los límites
de mis tierras y haciendas
pasándose de la raya.
Traidor que te arrebató
de mis aposentos,
he de batirle en duelo.
¡y que, por mi honor,
por belcebú y Santiago
y por cierra España!
Yo destruiré de un tajo
con la mi espada
a ese tirano malaje
que ha arrebato mi honra
y a la mi adorada dama.
Yo, tu Caballero
el de la mesa Cuadrada
te quiere tanto
ay, mi bella doncella
mi dama secuestrada.
El Caballero que implora
a su diosito cree escuchar
una voz muy lejana
que le trae el viento
por ondas hercianas.
¡¡¡Siii!!!,
¡¡¡ven a liberarme!!!
Escucha el Caballero
una voz lejana.
Es esa voz la de mi dama
la de mi amor tan lejana
que de pronto se diluye
apagada por la distancia.
Voy a reunir a mis huestes
que batallando están
Hoy libramos una de ellas
para evitar que el enemigo
se haga con el poder.
¡Válgame Belcebú!
engalanaré mi caballo
para en su montura
rescatar a mi doncella,
a mi amada dama cautiva
y en la grupa llevarla.
¿Qué hará mi prometida
mi amada dama?
¿Estará ya sollozando
prisionera de ese rey,
este moro que babeando
estará tratando de seducirla
y de noche conquistarla?
O junto a sus otras esposas
en el harén metida
o recluida en su alcoba
para obligarla a perder
la virginidad de dulce dama
aún inmaculada.
Ay, mi noble dama
que sufriendo está,
delante del traidor moro
que seduciéndola estará
para hacerla suya
y así ultrajarla.
Aguanta fiel doncella
que este tú Caballero
de la mesa Cuadrada
ya montado en su alazán
raudo irá a buscarla.
Y pronto con sus tropas
arrebatándola estará
para los aposentos
de su real castillo
volver a llevarla.
Vierte en mis manos
de esa agua clara
pronto se tornará
de sangre roja
para hacérsela beber
al moro que te tiene
secuestrada.
Agua donde tú te lavas
que, viniendo de ti,
de manos de Santa,
dama que cautiva está
en un castillo moro
perdida en la distancia.
Dama que de pena
en llanto se desgrana
y ver si este dolor
que me está matando
le doy muerte con mi daga.
Me alivia esa constante
insistencia que me abrasa
y esa agua de manantial
dulce y divina
se convierta en sangre
al dar muerte al moro
que a ti te secuestrara.
Calvario, agosto, 2023
Romero Salgado Pacha
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