Siruela y sus fiestas. "Verbena en la plaza del pueblo"
Orquesta Arroyo, en Siruela..
Fiestas de los toros de Siruela, celebradas del 8 al 12 de septiembre en honor a la Virgen de Altagracia.
El 8 de septiembre tendría lugar la romería en la ermita situada en la falda de la sierra, a tres kilómetros de la localidad. Del 10 al 12 se desarrollaron las corridas de toros-novillos y por la noche la habitual verbena en la plaza del pueblo, amenizada por las orquestas contratadas. Este año se ha distinguido con relevante ampulosidad y extraordinaria exquisitez, así nos ha parecido a nosotros con respecto a la de otros años.
Por la noche se desarrollaba la verbena, ofreciendo un espectáculo excelso con la música de la orquesta de turno. Las piezas que descollaban sobre todas las demás, era el pasodoble, la cumbia y algún que otro vals o tango. Melodías las más bailables y acertadas para las parejas de cierta edad.
Bilando un pasodoble...
Así fue como cada día y sobre la misma hora, pasada la medianoche, los músicos nos obsequiaban con ese calor musical. La animación en la pista era de mayor intensidad y eran los momentos que mejor lo pasaba todo el mundo.
Algunas de las parejas bordaban con tal elegancia y finura el pasodoble que parecían profesionales. En el dúo dominaba con precisión la dama, era ella la que llevaba el paso con valiente gallardía, para así no perder el compás e imponer más ritmo en la dificultad del saturado ambiente que reinaba en la pista. Algunos nos parábamos embobados en mitad de la pieza, sorprendidos agradablemente por esa visión inesperada. Nos quedamos al instante embargados y con sana envidia contemplando la atractiva visión. El hecho daba lugar a la consiguiente reprimenda de nuestra pareja al ver que perdíamos el paso.
Fue una satisfacción contemplar esa ejemplar desenvoltura de los jóvenes abuelitos, ese delicado arte, ese donaire envolvente... no era para menos que quitarse el sombrero, como suele decirse. Bien que habrían merecido algún premio.
Hermosa estampa que había quedado grabada en nuestra retina, fue como un revulsivo, un ejemplo para reanimar a otros de los más apagados del baile, que también los había, (entre ellos nosotros).
No podemos olvidarnos de aquellos nostálgicos años, de esos días de fiestas del pueblo, de su verbena por la noche. (También se desarrollaba, como ahora, en la plaza del pueblo) Todos bailábamos, niños mozos y mozas, mayores y hasta los abuelos se animaban a bailar ese mismo pasodoble que la orquesta nos deleitaban con sus rústicos instrumentos.
¡Qué-recuerdos!
Es como grabado a fuego, ver, sentir y disfrutar del mismo ambiente que en definitiva aún sigue perdurando.
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