Agradecerle a Trini, amiga y vecina de Siruela
el habernos proporcionado este romance antiguo
que se recitaba antiguamente en este pueblo.
Romances viejos y antiguos que antiguamente se recitaban en los pueblos. De vez en cuando aparecía en este pueblo de Siruela, al igual que en otros muchos, un señor forastero que traía romances para venderlos. La gente salía a la calle para escuchar como los recitaban y con una módica moneda, después lo compraban.
Son romances que la gente del pueblo aún conserva con cariño en su casa, tal es el caso de este romance
que nos han facilitado y que, con idea de que ha de gustar, a tal fin os hacemos llegar.
Iremos desgranando todos aquellos que lleguen a nuestras manos para dejar constancia de esos años de pobreza, de quietud y de apegos de familia y amistades vecinales, de querencias que se van perdiendo con el tiempo y las tecnologías que antes faltaban. Antes eran todo tinieblas pero con otra
claridad más afectiva en referencia a que todo nos llegaba a través de estos romances y de novelones en fascículos. Con ellos la gente sencilla se reunían en una determinada casa de uno de ellos y el más adelantado o entendido las leía o las recitaba.
La confrontación de un padre y un hijo (Romance)
(Cuando este va a defenderlo sin conocerle)
Primera parte:
Señoras y caballeros
y los que están escuchando,
presten alguna atención
que le iremos explicando.
En la provincia de Oviedo
en el pueblo de Zarza,
habitaba un matrimonio
de familia muy honrada.
Estos estaban muy bien
de oficio eran pescadores,
y tenían una vecina
que se llamaba Dolores.
Un día viniendo del puerto
le dijo: mira Miguel,
escucha a mi no me gustan
las cosas de tu mujer.
Que anoche serían las dos
cuando yo vi saltar,
a un hombre por tu balcón
¿Qué te puedes tú pensar?
El hombre quedó parado
y sin saber lo que hacer,
si marcharse al extranjero
o matar a su mujer.
Y éste fue a Buenos Ares
y se dejó a su mujer,
y a su hijo de cuatro años
que es lo que tenía que ver.
La pobre de la señora
de día y de noche lloraba,
pensando en su fiel marido
sin saber donde paraba.
Ella salía a todos los barcos
a preguntar por Miguel,
hasta que un pescador
le dio noticias de él.
Diciendo: donde está dijo
ello no lo puedo decir,
pero creo que a Buenos Aires
se ha marchado desde aquí.
Segunda parte
En aquellos mismos días
los papeles arregló,
y al cabo de pocos meses
a Buenos Aires se marchó.
Ella llegó a Buenos Aires
y por todas partes anda,
y al no encontrar a su marido
regresó otra vez a España.
Ella besaba a su hijo
y sin parar de llorar,
se ha subido a cubierta
y se ha arrojado a la mar.
Unos señores muy ricos
que venían en el barco,
al ver al niño sin madre
ellos le cogen en brazos.
Los señores le cogieron
sin parar de preguntar,
y como era tan pequeño
no les sabía contestar.
Estos señores tan buenos
como eran millonarios,
pues lo han dejado para ellos
y a un colegio lo han llevado.
La carrera de abogado
este muchacho estudió,
y en la capital de Soria
un bufete estableció.
Al cabo de 20 años
el padre volvió otra vez,
y se encontró que no estaba
su hijo y ni su mujer.
A él le meten en la cárcel
por sospechas de familia,
pensando que a su mujer
él le había quitado la vida.
Al cabo de pocos meses
a Soria lo trasladaron,
y para juzgarle la causa
un defensor han buscado.
Tercera parte
Pues le juzgan la causa
y pregunta el defensor,
¿Es verdad lo que aquí dice
que usted a su mujer mató?
Yo vengo de Buenos Aires
y yo no sé en donde están,
ni mi mujer ni mi hijo
eso es una falsedad.
Al decir estas palabras
ha empezado a comprender,
¿Si será este mi padre
al que vengo a defender?
Dígame como se llama
para poder defenderlo,
me llamo Miguel Antonio
y de apellido Romero.
Se levanta el defensor
ya no me puedo aguantar,
este señor es mi padre
y mi madre se tiró al mar.
¡Hijo de mi alma!
como iba a pensar yo,
que ibas a venir a este sitio
para ser mi defensor.
El público de la sala
se levantó conmovido,
al ver la confrontación
de este padre y este hijo.
Al público que me escucha
le tenemos que explicar,
que no se fíen de personas
de estas que aconsejan mal.
FIN
Imp. La Exactitud. Urracal.
A. Caballero T.
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