(Por gentileza de:
Juan José Arias Moreno)
Prólogo al libro:
"Colegio Menor Santa Ana"
(La igualdad de oportunidades. Almendralejo, 1968-1978)
Almendralejo 2018
Páginas, 11, 12 y 13.
Autor:
José Iglesias Benítez
Prólogo:
"Para hablar de entonces"
Para hablar de entonces, Paco Cacho ha escrito este libro. El entonces a que me refiero ocupa la última década del franquismo, aquel régimen que aún nos pinta en la memoria una España en blanco y negro, más negra en la parte de Extremadura y algo más blanca en la imaginación de aquellos chicos que pisaban los umbrales de la adolescencia.
Lo que Paco va a contarnos aquí tiene que ver con la sociología, el juego, el estudio, el deporte, las lecturas. las relaciones humanas... y su evolución, en la década que va de de 1968 al 78. Medio siglo atrás... casi nada. Y todo, en el marco de un internado de aquella época, un internado masculino (las chicas tenían otro modelo de educación), en una nación, ultracatólica, nacionalista, radical, apenas emergente de una larguísima posguerra, que se entregaba a una nueva pléyade de tecnócratas que empezaban a hablar de de "apertura" e insistían en los Planes de Desarrollo mientras enviaban grandes masas de trabajadores a las fábricas europeas.
Sin embargo tuvo este Centro algo que otros no tuvieron: una enseñanza novedosa apoyada por por el espíritu ilustrado de su mentor, D. Mariano Fernández-Daza, IX marqués de la Encomienda, Y en ese espíritu, la enseñanza, la educación, fue evolucionando desde aquellos oscuros tintes iniciales hacía la transición democrática que se vislumbraba en el horizonte político.
El internado funcionaba como un microcosmos sustituía a la familia ausente, cambiaba la autoridad paterna por la de unos educadores educadísimos, poco mayores que los adolescentes a los que pretendían educar, trocaba la relación con los hermanos consanguíneos por la amistad fraternal del alumnado entre sí y trataba de modelar los defectos y las virtudes individuales para hacer posible la convivencia, Se premiaban las actitudes solidarias y se reprimían las egoístas; se valoraba el trabajo individual y se perseguía la indolencia, se inculcaban valores y se reprobaban los malos hábitos. Fue una escuela fuera de la vida que nos preparó para la vida.
De todo esto nos habla nuestro amigo Paco Cacho en este libro. Y lo hace magníficamente, de forma muy atractiva: sin acritud ante lo negativo, con agradecimiento infinito ante lo recibido y con un lenguaje, llano, limpio y cargado de ironía y espléndido sentido del humor, como corresponde a un hombre inteligente y "bien educado".
Es el amigo Cacho un hombre leído, instruido, polifacético y buen conversador. De extracción rural como todos los que convivimos en el Colegio Menor Santa Ana, sus múltiples relaciones con pintores, artistas varios, escritores, profesores y alumnado en general (siempre ha ejercido su profesión docente) le da un cosmopolitismo que lo aleja de lo provinciano. Algo, por otra parte, bastante común entre los alumnos educados en ese Centro. Todas estas cualidades hacen de él la persona idónea para recuperar estas memorias que no lo son sólo de un puñado de sesentones que quieren mantener vivo sus recuerdos, sino algo más. Mucho más. Es un reconocimiento a una generación de profesores que supo imbuir a sus alumnos esas actitudes que hacen del mundo un lugar para vivir: la generosidad, la tolerancia, el respeto, el amor a la verdad, la justicia... Esos alumnos, hoy jubilados o cercanos a la jubilación, contemplan como la cosecha que recogieron fructifica, diseminada por ellos en las nuevas generaciones de alumnos, de sus hijos o del conjunto de personas con quienes se han cruzado a lo largo de sus vidas.
Santa Ana fue mucho más que un Colegio Menor, fue el molde donde se fraguaron las voluntades de una buena parte de una generación de extremeños que luego han tenido puestos de responsabilidad en la forja o el desarrollo de distintos aspectos de nuestra sociedad. La docencia, la cultura, la educación, el derecho, la milicia, el arte, la literatura, la religión... en todos estos aspectos han destacado algunos de estos muchachos que llegaron a Santa Ana desde diferentes puntos de la geografía extremeña. Chicos que llegaron un poco perdidos, un poco asustados, un poco desarraigados de sus lugares de procedencia y que allí, en aquel Centro, vieron morir de inanición, de agotamiento, un régimen oscuro y sintieron acercarse una época más luminosa. A partir de 1975 y la muerte del Dictador, todo cambió. En 1978, muchos terminaron sus carreras y en España se aprobaba una nueva Constitución pero eso es ya otra historia.
José Iglesias Benítez
Jarandilla de la Vera, agosto, 2018
(BE-2047)
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