viernes, 16 de julio de 2021

Bibliografía de y sobre José Iglesias Benítez: "Interviú-Prólogo"

 Del poemario:

"El Libro de los Retablos"
Madrid, 2018.
Ed. Liberty
pp (7-10).


Autor:
Theo Acedo Díaz

José Iglesias Benítez es un poeta de gran vocación que ejerce de ello sin cesar pero sin prisa. Es un creador que persigue la originalidad. Un artista que busca la belleza escrita y oral con dimensión de futuro y voz diferenciada.

Es, sobre todo, vate en quien sus yoes frutecen a veces en paralelo, a veces enfrentados sin perder el sentido de la realidad positiva y fertilizadora, pues su estro "brota de manantial sereno. 

Más, sea él que cuente -con la finalidad de ahondar algo más en sus motivaciones a través de esta breve interviú- retazos de su verdad.

Theo: ¿Cuándo consideras que sentiste la "llamada" de la escritura tras la temprana pasión por leer?

José: Recuerdo que en mi infancia, cuando tenía 8 ó 9 años, como leía muchos tebeos, escribía historietas a mano. Un amigo y compañero en la escuela del pueblo e hijo de un maestro, las mecanografiaba, en la Olivetti de su padre, en cuartillas. Éstas después yo las encuadernaba con una grapa singular, le ponía un dibujo a color en la portada y se formaba un "cuadernillo" que -ejemplar único- entregaba a mis padres. Mi madre los ponía a buen recaudo y, creo, que aún deben estar en su casa, aunque ellos ya se fueron. Así, de esta sencilla manera considero empecé a sentir la pasión de escribir. El maestro valoraba esta actitud mía hacía la prosa.

T: Preciosa historia. Pero..., el verso... ¿Cómo llega a tu sensibilidad?
 
P. Pues..., cuando pasé de la vida rural a la vida del internado para cursar bachiller, mi amor a la lectura me llevó a leer a Bécquer, a J. M. Gabriel y Galán (sobre todo la poesía castellana, aprendiéndome de memoria Mi Vaquerillo,  que recitaba a mis amistades), Chamizo, Rubén Darío, Federico García Lorca, Miguel Hernández, los Machado... y toda la poesía que caía en mis manos. Sin embargo mis mejores maestros han sido mis padres (Marcelina y Antonio), quienes sin estudios eran muy cultos y me inculcaron, con cariño, el amor a la palabra.

En el internado participé en el grupo de teatro y ello me proporcionó "tablas" y espíritu expositor, primero recitando poemas de otros poetas, después en mi adolescencia y juventud, mis creaciones propias con buenos resultados. De este modo fui aquilatando mi amor por el verso a la vez que afinaba  mi sensibilidad, siempre atento a la opinión de mi hermano, Serafín. -corresponsal entonces del diario Hoy- que tenía y tiene agudo criterio literario. Además en esta época, vi impreso en este rotativo un poema de mi cosecha lo cual me llenó de contento tal que, creo, determinó que luchara en adelante por ser fiel al verso para proyectarlo y enriquecerlo.

T: Sólidos principios. ¿Ya la evolución era imparable? 

J. Desde luego. He tenido suerte, La "mili" me trajo a Madrid donde conocí los cenáculos de esta villa cosmopolita. Participé en la tertulia literaria que del Café Gijón se trasladó al Hogar Extremeño en la Gran Vía. En ella había tertulianos de la talla de J. M. Lorite, Santiago Castelo, Pablo Jiménez, Luis Álvarez Lencero, Plácido Ramírez, Alejandro García Galán..., y entre otras actividades organizábamos recitales por toda la Comunidad de Madrid y alrededores, en algunos de ellos, por ejemplo, junto al grupo Enjambre de Guadalajara con el que extendimos mucho la práctica rapsoda. En una de estas giras conocí a Daniel Dicenta, quien me invitó a ir al teatro María Guerrero para ser actor, pero desoí su consejo, pues trabajaba ya en Madrid de profesor y, unido a mi novia María Ángeles, tenía un concepto claro de lo que deseaba respecto a mi profesión y la creatividad.

T: Al hilo de estas notas biográficas, entremos, aunque sea someramente, en la "cocina" literaria creativa en si. ¿Tú crees que el tema condiciona el empleo de verso métrico y sus estrofas o libre?

J: La belleza en este arte de la palabra escrita e interpretada, radica en la habilidad de ajustar ritmo, melodía y precisión con talento, dentro de una forma u otra. El verso métrico siempre es más difícil que el libre. Para confeccionar buenos versos libres, hay que condicionar bien la métrica y su tradición como repetían los poetas del Ultraismo que pretendían ir más allá... Las aguas siempre vuelven a su cauce.

Muchas gracias. Sabias palabras de este bardo que nos sabe cautivar con sus poemas de profunda sensibilidad que perdurarán en esa juventud que ha de florecer cuando pasen estos tiempos turbios de la prisa, el consumo y sus flautas de Hamelín...

Dedúzcase de esta breve charla, aquí reflejada como prólogo, que a la prueba invito al lector adentrándose a este metafórico retablo ensamblado con sonetos petrarquistas (y otras composiciones), esa noble forma creada en la Sicilia del siglo XIII que solo el poeta auténtico -tal es José Iglesias- es capaz de convertir en poema.


(BE-2050)




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