(Tríptico con luz al fondo)
José Iglesias Benítez
I
Diciembre. Veintitantos. Florecía
una rosa de nieve en la ventana.
En el frescor azul de la mañana,
un aura de cristal nos envolvía.
Todo estaba encendido. La campana
repicaba su bronce de alegría.
Tanta emoción como en el pecho ardía…
y era vana ilusión y lumbre vana.
Estrellas de oropel, papel de estaño,
mintiendo amor y paz. Y todo el año
nos dejaba su lágrima salobre.
Diciembre. Veintitantos. Y nacía
una vez más el hijo de María.
Y otra vez era sólo un niño pobre.
II
Otra vez era sólo un niño pobre
el Niño-luz que en el amor nacía.
Y otra vez era el sol que amanecía
y nadie quiso ver.
Un mar salobre
de luces de neón, de estaño y cobre,
en su fulgor sin sol nos envolvía.
Florecido en el vientre de María
estaba Amor sobre la tierra.
Sobre
cada estrella de luz, como un sudario,
iba creciendo en sombra aquel calvario
aterido en la noche de la espera.
Hoy lo alaban los reyes, los pastores…
Y mañana, dolor de los dolores,
será crucificado en primavera.
III
Será crucificado en primavera
el Niño-sol que el mundo alumbra ahora.
Nadie piensa que nace con la aurora
el manantial de amor que nos libera.
¿Qué será del amor, si cuando muera
la estrella de neón deslumbradora
no tenemos el Sol que brilla y dora
ni la Estrella que da luz verdadera?
Este Sol entre pajas alabado
pronto será fanal en el madero.
Luz de vida que en Vida se convierte.
Si hoy es un niño pobre y olvidado,
mañana en el Amor será lucero,
vencedor de la sombra y de la muerte.
Real Academia de Extremadura, 2021
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