"Los suspiros del aire" (Poesía)
Autora: María Bote Bote.
Madrid, 2014
Ed. Beturia.
Páginas, 11, 12 y 13.
Prólogo (IV)
Beturia Ediciones nos presenta en este número de sus Cuadernos de Beturia, a María Bote. poeta de Almendralejo, de larga trayectoria aunque de escasa obra publicada. Solo dos poemarios, hasta el momento, hasta el momento, hasta el momento, han salido de su mano. Solo dos poemarios que bastan para confirmar el buen hacer de una escritora de formación clásica, fraguada en múltiples lecturas y forjada en los avatares de una disciplina rigurosa, por la que el lenguaje encuentra un auténtica plasticidad en los moldes de la rima y la medida más canónica. Y sin embargo, no tema el lector adentrarse en estas páginas ni hallar en ellas una forma de escribir trasnochada o arcaica. Por el contrario, María Bote nos plantea en este libro unos textos escrotos en su mayor parte en versos blancos con una cadencia muy actual, que toma el heptasílabo como unidad métrica y salta desde él al hacía el endecasílabo o el alejandrino. Nada que no conozcan bien os escritores y los lectores de de poesía contemporánea.
Esta nueva obra. Los suspiros del aire, con título de reminiscencias becquerianas y alientos y pálpitos de hondos alcances, nos llega transido de la sensibilidad de una autora que se conmueve y nos conmueve con cuanto ve y siente: las pequeñas cosas de cada día, la emoción de la tarde que muere a la que nos produce el nacimiento del alba, el sol compartido o la certeza del tiempo que huye.
Seguramente sea el amor el tema más recurrente en todo el poemario, aunque el amor aquí tiene un equilibrio plácido, , una serenidad que solo el tiempo ha podido ha podido transmitir a un sentimiento que es, en sí mismo, desequilibrio, deseo, desgarro y revolución. El paso del tiempo va dando al amor su forma definitiva, como el torrente que se despeña en las montañas para acabar discurriendo sosegadamente por la llanura en la suavidad de sus meandros, convertido ahora en pródigo río de aguas profundas y mansas. Ya desde el primer poema, el que da título al libro, recurre la poeta a la metáfora del río de aguas profundas y mansas. Ya desde el primer poema, el que da título al libro, recurre la poeta a la metáfora del río, aunque este sea de aire y no de agua, aunque nos acune con sus soplos y no con sus odas: …sentir en la piel / los suspiros del aire; / transitar sus orillas de mirtos y azucenas.
Cuatro partes estructuran el poemario. Cuatro partes innominadas, marcadas solo con numerales romanos y que se abren (excepto la III) con citas suficientemente expresivas y esclarecedoras del contenido de cada apartado.
En la primera nos adentramos en un mundo de melancolía en el que la naturaleza adquiere su mayor protagonismo. El amanecer y el ocaso, la luz de la mañana. el mar, la fragancia de un jardín en la memoria... todos los poemas se tiñen de una leve tristeza, de un definido sentimiento de pérdida y no obstante de íntima dulzura. Y cerramos con la esperanza del milagro.
La segunda parte se inaugura con una cita de George Sand: Amar es el único bien de la vida, que nos deja clara la temática de la autora. El amor es cantado en este apartado con la tranquilidad del paso del tiempo que atemperó el fuego y guardó el rescoldo. No es la llama del amor, sino sus brasas las que aún nos dan la luz y el calor para vivir: Me cubrirán aromas y el calor de tu piel, nos cuenta en un verso emocionado. Y en otros: Hoy tejeré mis redes de memoria / por sendas de recuerdos, / colgando en su balcón las alegrías. Pero el amor sigue vivo. Quizá más vivo que nunca: Concebiremos juntos / la luz de los milagros.
En este y los siguientes apartados, la poesía retoma el gusto por la rima. Y nos sorprende su estética clasicista, su bien pergeñado equipaje de estrofas en las que la rima es solo un recurso más que va adecuando el ritmo del poema al del pensamiento. Así van desgranándose silvas, sonetos, alguna octava real, alguna lira, sextetos... intercalándose con el verso blanco de referencia.
La tercera parte se abre con un poema titulado Escribir, casi una poética de la autora, que se inicia con una reflexión de los estragos Nadie y termina con una afirmación de su vocación irrenunciable: métrica pertinaz y soberana / sobre la piel difusa de la suerte. / Ondea, fuerte / mi verso en la ventana.
En esta parte, el yo poético se esfuerza por mostrarnos abierta la puerta de la esperanza, aunque todo el libro es un campo esperanzado al amor y a la vida, que se cierra, ya en el último apartado con la angustia que nos provoca la consciencia del tiempo y su inexorable transcurrir. Pero a pesar del tiempo que todo lo devora que todo lo devora, todo quedará salvado al final, ya que seremos acogidos por el reino de la luz y la armonía.
Y hasta que ese reino de luz nos acoja, podemos introducirnos en este pequeño mundo de armonía que nos acerca la palabra de la poeta, sus sones inmediatos, sus soplos cercanos: Los suspiros del aire.
José Iglesias Benítez.
(BE-2104)