Ensoñaciones
Y amamantaría mi sed bebiendo, aunque solo fuera con la mirada de esos tiernos y generosos pechos que se esconden tras su pronunciación debajo de tu blusa hawana y abriéndose un poco mas en el centro a saber más de lo posible de los imposibles, de adivinanzas. Prohibido totalmente, sólo la imaginación puede alcanzar inventiva, alguna sugerencia o imaginativa erótica.
Carnes vivas, suaves, creadas de hace cuarenta años, escurridizas fugazmente a la mirada cuando desapareces ente el gentío de la feria y “luego nos vemos”, no habrá otro luego momentáneo, lejano quizás.
Has pasado como un rayo fugaz que tienta el demonio e invitas a la libido del deseo, que daña las ideas y los sentimientos de tanto apretarlas, de tanto ver sin ver, sentir, sin tocar.
Los hombros se desnudan a la vista, a los ojos que te miran, a mi mirada, a la mente; baja la blusa totalmente entre ensoñaciones de un querer y no poder, de un sentir. Sufriendo sin tu saberlo y quedarnos con tu cuerpo completo, a punto de alcanzarlo, desnudo completamente, como Eva.
Una idea se nos cruza, una frase nos nubla el deseo: “no tocar”, ver, pero “no tocar”. Es como un espejismo en un oasis en el desierto, como la sed que te seca la boca y caes al lago, al agua… pero chocas la cara con la dureza del suelo, y te das cuentas que es un espejismo del alma, los ojos, el desierto te ha traicionado y te das cuenta que no hay nada…
Soñar así puede que sea a veces lo mas bonito que te pueda pasar, soñar despierto, enlazar y conformar tus sueños, dormirte con ellos, estar despierto para hacerlos realidad, conjugarlos y hacerte sentir esa realidad propia del sueño real.
No es el sueño de soñar cuando duermes, estos se mezclan sin sentido, sin orden, ni concierto. A veces, estos sueños también te traen cosas… amor, pasión, penas, sentimientos y gloria.
Playa de Daimuz, 8 de agosto de 2010.
Alonso Pallares.
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