Mañana fresquita en las Lagunas de Ruidera.
Un grupo de amigos decidimos hacer una visita a estas Lagunas, todos ellos afines al Hogar Extremeño de Madrid y socios fundadores de la Asociación Cultural Beturia, entre los que se encontraba el poeta José Iglesias Benítez.
Día de primavera, cuando la estación empieza a vestir sus colores naturales de esta temporada que comienza, ese verdor que se extiende por las praderas salpicado de margaritas y amapolas, dándole ese colorido especial para deslumbrarnos con la visión primera. Después, como todo, la visión se va acostumbrando y parece perder algo de ternura. Sin embargo, lo embellece con más constancia si a ese verdor le acompaña unas lagunas que se suceden cauce arriba del río Guadiana.
Y más aún, si ese verdor está ausente por algunas de las suaves laderas que la circundan, entonces toda la plenitud de la gracia de la misma laguna lo deja reflejado con más intensidad que si verdor hubiera. Aunque la mañana es fresca y el día parece no querer alegrar la cara, por ese relente del viento que azota, la contemplación de estas lagunas hacen que el ánimo de los excursionistas se haga más alegre y se disipen esos fríos que no quisieran que existieran.
José Iglesias Benítez
y Alejandro García Galán
Lagunas de Ruidera, 1998
Ruidera fue declarado Parque Natural en el año 1979 y en la propia singularidad de sus paisajes radica su mayor atractivo. No nos vamos a encontrar simplemente con 15 bellas lagunas. Las Lagunas de Ruidera son un conjunto kárstiko modelado por la acción de las aguas del Alto Guadiana durante siglos y cuentan con una extensión de 30 kilómetros. Un gigantesco sistema lagunar cuyo rasgo más característico, las barreras tobáceas, permiten la comunicación entre todas ellas a través de cascadas y bellísimos saltos de agua.
Siempre que pasábamos por ese camino que nos llevaba a la playa de la costa mediterránea, desde Siruela, un pueblo de la provincia extremeña de Badajoz, la imaginación se nos quedaba retenida al cruzar el rio y vislumbrar someramente alguna de estas lagunas que se perdían hacía el saliente, sin conseguir encontrar en su verdadera plenitud esa sensibilidad que la emoción, esa misma que en tal momento te embargaba.
Llegaría ese momento, este en el que nos encontramos, para dicha nuestra, lleno de tranquilidad y relax junto a un grupo de personas, amigos que nos acompañaban. Todos disfrutamos desde el primer momento de esa visita, y se nos embargaba la mirada cuando la depositábamos en cada una de estas lagunas, cada una con su encanto especial.
Fuenla. 27 de septiembre de 2022
Alonso Pallares
(BE-2369)
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