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Diego Fernández González |
Del poemario:
"Breviario poético de oraciones rotas"
Madrid, 2015.
Por: Diego Fernández González
Ed. Beturia
Páginas, 9, 10 y 11.
A modo de introducción
Autor:
José Iglesias Benítez
Conozco a Diego Fernández González desde hace varios años y nunca he sabido bien si es un pintor que escribe versos o un poeta que pinta cuadros. En verdad, es un artista, que escribe, pinta, interpreta la realidad a su manera y nos la devuelve otra, suya, imaginada y creada por medio de sus pinceles o sus palabras.
Fruto de la recreación de esa realidad es este libro que ahora tienes en tus manos, amigo lector, este Breviario de oraciones rotas, escrito e ilustrado por el mismo autor. que no te dejará indiferente.
Diego plantea el poemario como un todo visual, en el que el texto es indivisible de las ilustraciones y en el que las propias palabras, además de entregarnos sus conceptos, modificado más o menos por el de aquellas que le rodean y confirman su unidad significativa, se alejan o se acercan de las cosas, se parten, se separan sus sílabas o se comprimen, se elevan o se hunden, para hacer más evocador su mensaje.
Los poemas de este breviario se perfilan como pequeños caligramas en los que las formas en los que se disponen los versos, los espacios blancos, las pausas, las inclinaciones de las letras nos introducen en un mundo de dibujos, de sugerencias que arrastran nuestro estado de ánimo más allá de lo que en principio sería esperable por la sola comunicación verbal.
Sin embargo, admirando lo anterior hay que reconocer que los propios vocablos utilizados, las oraciones construidas, tienen un poder pictórico intensísimo. Todo aquí es una exaltación del color y la forma, del perfil y de la mancha. Como en un lienzo, como en una acuarela. Estos versos son oraciones cromáticas y luminosas. A veces el color tiene explícito: un cielo carmíneo, la tierra blanca, el verde y rojo de las granadas... pero en muchas más ocasiones, el color viene de una imagen que lo evoca: el jaral florido, aguas de violetas, los ojos que sangran amapolas, el poeta que bebe carmines, el zumo de cervezas...
El poemario, como su nombre indica está compuesto por poemas muy breves, de estructura muy sencilla, versos muy cortos cuya composición sobre la página se adapta a la idea que el poeta quiere transmitir. Y, si bien son todos independientes, cada uno con su propia unidad y su propio título, podemos encontrar un hilo conductor: la naturaleza. Aquí, en estos poemas rotos, fragmentados para organizar pequeños collages con los pedazos, el autor eleva su íntima plegaria a la madre naturaleza, esa plegaria callada que es el son de su vida, su color, su luz, su transparencia, su amor y su consuelo.
Avanzamos en su lectura, y en cada paso nos encontramos con una diminuta sorpresa que es la sorpresa continua de lo cotidiano. El poeta detiene nuestro camino y nuestra mirada y nos hace ver el milagro que sucede constantemente a nuestro alrededor: El aceite y el azúcar / sobre el pan / en la palabra de la mano. / Y en mi paladar / creciendo / el trigo y los olivares. / O en otros: Me sorprendió / el mes de mayo. / Sangran / mis ojos / de amapolas /
Y en este abre los ojos ante la naturaleza, empaparse de luz, sangrar y beber carmines, lanzar al viento sus breves oraciones ante el milagro repetido, en este escribe sus cuadros o pintar sus versos, digo, vemos el alma abierta, sencilla y buena, de un hombre que es poeta porque vive la belleza y es pintor porque en sus ojos ya no cabe tanta. Este pintor-poeta que se ha empapado de sol y de luna allá en su Serena natal, donde vio la luz y donde respira cada día, nos lleva en este puñado de versos por un camino de luz inagotable, nos hace rezar con él con el alma estremecida por un anhelo estético que solo la conciencia de lo bello que nos rodea nos puede colmar.
Querido lector, este libro que tienes en tus manos, que nació hace tiempo en forma de un cuadernillo premiado con el "García de la Huerta" del instituto Suárez de Figueroa de Zafra, y que hoy, corregido y aumentado, , te presenta Ediciones Beturia, es una pequeña gema en la que podrás admirar la belleza del conjunto y la de cada una de sus caras primorosamente talladas.
Que lo disfrutes.
José Iglesias Benítez
(BE-2140)