Las Cuatro Estaciones:
(Otoño LVI)
Poemas dedicados:
(A quien corresponda)
Para Toni.
Rememorando (Poema)
Rememorando voy por los Manantiales
del camino, llegando a los Puentes de Madison
recordando viejas amistades se me iluminó
en la mente el de una de mis mejores amigas.
Ese filin, ella y yo, que nunca perdimos
siempre nos tratamos con cariño
con afecto y amistad imperecedera
que seguirá existiendo hasta el infinito.
Después de tantos años de jefes
de un estamento del cual hemos sido
de un estamento oficial de difícil empeño,
unidos los dos y muy queridos.
Nuestros sentimientos se conectaban,
al igual que la de dos niños
Nuestras miradas se comunicaban,
con mucho amor, tanto y más cariño.
II
El tiempo se nos pasaba trabajando
como la pavesa de un fuego vivo,
de la ascua del fuego que nos calentaba.
Y el deseo era que el tiempo no pasara.
¿Ya es hora de volver? yo te decía.
¡Ya es tarde! Tú comentabas y respondías.
¡Qué corto se ha hecho el tiempo
y que larga ha sido la espera!
Sentados en una mesa del restaurante
junto a la plaza de toros de Vista Alegre
y rodeados de fotos de toros y toreros
estampada la pared tomando el café
de media tarde, alguien al pasar se paró
un individuo que se quedó mirándonos
sin conocerle de nada como diciendo
parado como si nos conociera a los dos.
III
"Serán dos enamorados que absortos
no se pierden y retienen la mirada?
Es lo que creemos que pensaba,
allí quieto, cerca de nuestra mesa.
¿Lo conoces a ese que nos miraba?
dijo ella despacito, después, asustada.
Yo no, para nada, le contestaba.
Y a los dos quedamos más tranquilos.
A través de los cristales, la plaza
ésta de los toros, nueva que de la vieja
no quedan vestigios de antes, para nada,
Y se nos hacía tarde, claro que se hacía.
Los dos sentaditos frente a frente
embobados con nuestras miradas.
había que volver a la oficina
después de una reunión justificada.
IV
¡Qué lástima que tengamos que irnos!
¡Qué pena el tener que volver a la faena!
para "tomar" los problemas que en la oficina
activados cruelmente nos esperaban.
Y desde ese mismo momento volvimos
a soñar con la próxima reunión de jefes.
¡Qué pena que no fueran todos los días
para que tu mirada y la mía se cruzaran!
Y así pasaron los años y por teléfono
también hablábamos cosas del trabajo
que más penas que gloria nos daban
pero con ello nos consolábamos.
Cuitas aparte, cuando solos estábamos
y tantas veces que tú y yo nos sincerábamos,
el uno al otro y sostenida la mirada
y enternecido el corazón, volvíamos al puesto.
V
Regresábamos hundidos pero satisfechos
con el alma henchida del gozo recibido
del reencuentro con la bella dama.
exhalando suspiros de alivio hasta llegar.
Entrar en la oficina esos latidos palpitaban
de un corazón que tras el encuentro
el cambio difícilmente asimilaba.
De la felicidad al llanto había poco.
Como todo, el tiempo todo lo va borrando,
pero el recuerdo siempre queda
guardado en los sentimientos
de las profundidades del alma nuestra.
El Manantial / Los Puentes de Madison
(1 de octubre de 2021)
Romero Salgado Pacha
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