Y antes de marcharnos a descansar a casa de Pepe y María Ángeles porque la madrugada se echaba encima, de este día agotador pero maravilloso por haber disfrutado una jornada visitando Jarandilla, con su Parador, el mesón de la "Puta Parió", cenando en la terraza de un restaurante del paseo e irnos a la discoteca con la intención de pasarnos por unos jovenzuelos nos fuimos todos, las tres parejas de amigos al Hostal Pizarro que se hallaba cerca, siempre acompañados por José Mari y Alicia.
Como estaba lloviendo, decidimos coger el coche. Al llegar a la plazoleta, lugar donde se encontraba el Hostal, no encontrábamos aparcamiento para dejarlo, el lugar se hallaba a tope de coches por lo que tuvimos que dejar mal aparcarlo, medio tapando una calle. En el rato que estuvimos tomando unas copas no llegó a pasar ningún coche más. Menos mal, ya era tarde.
Unos cafés y unos chispazos de hierbas nos reactivaron el cuerpo que lo llevábamos algo encogido de frío. Por su color verde del licor nos hace suponer que se trataba de hierbas, pero mira por dónde es todo lo contrario, al dar el primer trago una mueca “estalló” instantáneamente en la faz de la cara, cuando el líquido pasaba por el “gaznate”; enseguida comprendimos que se trataba de aguardiente puro.
- Qué te pasa chiquinino. - dijo Pepe sorprendido al vernos gesticular.
En Galicia lo llaman orujo y el colorante verdoso no deja de ser un excitante afrodisiaco, por eso nos confundió con el licor de hierbas. Todos estallaron en una carcajada, les hizo gracia la mueca que dibujamos en la cara. Una anécdotas más de las que suelen producirse de vez en cuando y detallan momentos especiales en la vida de las personas.
Jarandilla de la Vera de 2000
Alonso Pallares
No hay comentarios:
Publicar un comentario