martes, 25 de mayo de 2021

Bibliografía de José Iglesias Benítez: "Clamor de la memoria" (Poema)

 Del poemario:
"Clamor de la memoria"
Ed. Beturia, 1998
Páginas, 30, 31 y 32.



En el recuerdo del "Día de tu cumpleaños", Pepe, amigo.

Llevo esa pena delgada
clavada en mi corazón,
y llora desconsolada 
de tu ausencia.


Autor:
José Iglesias Benítez.


Clamor de la memoria.

Los pinos y las fuentes te llamaban, 
las yerbas y las flores de este prado
            (Bucólicas, Égloga I)
                                        Virgilio



Duele dentro de la tierra. Duele dentro 
este girón de ausencia, esta distancia,
este latir de vida en el vacío. 

Como un vientre de madre que hoy se mira
deshabitado y solo, deshabitado
a ser regazo fértil, transitable,
siento el hondo reclamo de los surcos,
de los trigales y los montes breves, 
de cada loma derramada en vides, 
de cada valle que acuchilla un río.

Tanto añorar la tierra, pecho arriba,
desazona la carne por los bordes
donde el alma comienza a ser de carne.

¿Cómo buscar, y dónde, entre el asfalto
aquel viejo empedrado de mi infancia?

¿Qué fuente evocará el arroyo niño
que jugaba lamiendo el membrillero
tan cargado de pomas en otoño?
¿En qué jardín domado y obediente,
veré el cañaveral ardiendo en risas
que me amasó el amor de verde y agua?

¿Dónde encontrar la luz, ceñida al muro,
que supo detener adobe y tiempo?

¿Dónde encontrar ahora el tiempo hundido?
Donde encontrar mi tierra y mi ventura?
Amanezco perdido. Me desangro
de cristal a cristal, de esquina a esquina, 
en este laberinto. Duele dentro
esta herida frontera con la muerte, 
este añorar el tiempo o las raíces.

Inhóspitas las calles y las luces.
Inhóspito el ruido y el silencio
sin músicas posibles de campanas..
Inhóspitas las sombras y los charcos.
Inhóspito el paraguas que cobija
un alma que se aferra a su esqueleto
por no perder su sangre o su memoria.

Amanezco perdido. Bajo el plomo
del cielo, un llanto sucio lloviznea
manchando la ciudad de siglo a siglo.

No tiene esta ciudad historia viva.
Son legajos temblando bajo el polvo
sus únicos recuerdos. Camposanto
de libros y papeles que dejaron
un rumor de cenizas de otras épocas.
No tiene esta ciudad historia viva.
La historia es un clamor de historia y sangre.
La historia es este grito, entraña adentro,
reventando en los pulsos, reclamando, 
desde la hondura de la tierra virgen,
un corazón de hombre que la sueñe.
La historia es esta voz que me desgarra.
La historia es siempre negación de olvido.

Duele dentro de la tierra. Extremadura
levanta la conciencia y la sacude.
Y estalla su aldabón en la osamenta. 
Telúrico el latido y la llamada.
Ancestral el reclamo de la sangre.

Espeso y agobiante, el horizonte
recorta una ciudad de arista y ángulo.
El ojo acostumbraba su luciérnaga
a un perfil sin fracturas ni rencores.
a un perfil, dilatado de infinito, 
de trigales, viñedos, tierramadre,
donde el alma acostaba su ternura.

No hay sitio en la ciudad para el reposo.

No hay cerezas ni almendras ni dulzores, 
moscateles que alivien el camino.
No hay praderas de flores desvalidas
ni encinares de ronca arquitectura.
Ni vuelos infantiles de vencejos
en mudos alborotos. Ni olivares
de greñas azuladas y nostálgicos, 
que guarden por los siglos la paciencia.
No hay sitio en la ciudad para el reposos.

En la tierra perdida de mi infancia
las cigüeñas coronan campanarios
de torres y espadañas que midieron
un tiempo, si feliz, fugitivo...

Amanezco perdido. Duele dentro

con este palpitar en carne viva, 
el corazón de un alma, condenada
a vivir sin su tierra y preguntando
quién se llevó aquel tiempo que era suyo.



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