"Camino de luz, sobra y silencio"
Autor: Plácido Ramírez Carrillo
Madrid, 1994
Ed. Beturia
Páginas: 7 Y 8.
Prólogo:
Autor:
José Iglesias Benítez
Hay hombres de una fidelidad irrenunciable. De una fidelidad orgullosa y firme, constante y noble. De una fidelidad que no retrocede ante los cambios de la fortuna ni ante las veleidades de las modas. No suelen ser, por eso, otorgar su fidelidad a otros hombres -volubles siempre- ni a otras ideas, que a las suyas propias.
Este es el caso de Plácido Ramírez Carrillo. Firme en su manera de pensar y sentir. Fiel a sus ideas y a su poética, nunca ha desviado el punto de mira de su pluma.
Cuando lo conocí, en los primeros años de la década de los 80, acababa de publicar su primer libro de versos, Vereda, donde está presente el hombre y los problemas que le acucian: el paro, el hambre, la miseria, el dolor, la emigración...
Eran, en cierto, versos irregulares, dimétricos en su calidad, pero donde ya afirmaba unos valores humanos in temporales a los que nunca renunciaría.
A partir de entonces vendrían recitales en todos los estrados que quisieron abrirse a su voz. La transición política de nuestro país estaba aún candente y el público acudía ávido de denuncias sociales y de solidaridad.
Al mismo tiempo el contacto directo con otros poetas le enriquecía. Nuevas lecturas, nuevas voces de jóvenes que empezaban también sus carreras literarias, las tertulias... todo lo fue madurando Plácido en su interior, hasta encontrar su propio lenguaje.
Vino, luego, el traslado a Extremadura por motivos de trabajo. Y este poeta de Puebla de la Reina, que había escrito innumerables versos clamando por su tierra desde la emigración, se siente de pronto desterrado entre sus mismas gentes. Ve, con dolor, que se han roto vínculos preciosísimos en años de lejanía. Su familia, en Madrid, los amigos de la infancia, hoy son hombres y mujeres, con quienes hay en común poco más que algunos recuerdos... Incluso los paisajes parecen otros. Todo es destino de lo imaginado. La distancia y el tiempo todo lo corroen. Y el poeta está solo en la tierra que más ama, en su Extremadura.
Como él mismo dirá amargamente, tiempo después: "He sido forastero en mi propia casa. Soy un emigrado de todas partes"
Y este sentimiento le reafirma en su fidelidad en sus propios planteamientos éticos y vitales. Escribe mucho. Su compromiso social sigue vigente, latiendo en cada verso, en cada palabra desangrada. Esta nueva Extremadura que Plácido descubre ahora sigue llena de injusticias, de abandonos, que no duda en denunciar en sus poemas.
Poco a poco va abriéndose paso en la nueva situación. Conoce amigos. entabla contactos con poetas extremeños del momento y empieza a ser voz conocida en recitales poéticos.
Y llega entonces su segunda publicación. Es ahora, un poemario colectivo, "Añoranzas", que Beturia Ediciones saca a la luz a principios de 1991. Este libro recoge versos de cuatro poetas de voces muy distintas. Eva Morillo, el ya desaparecido Ángel Aparicio, Luis González Soto, y el propio Plácido Ramírez.
Presentaba Plácido, en estos poemas, una mayor amplitud temática que en su primer poemario. El amor, el paso del tiempo... Sin abandonar nunca sus temas de denuncia, serán otras causas para su poética. Por otra parte, ésta también se ha ido puliendo con los años: el romance da paso al verso libre, a cancioncillas populares... en fin, el poeta ha evolucionado, en busca siempre de un estilo propio pero sin renunciar a sus orígenes.
Después de "Añoranzas" un hecho importante vendrá a marcar la vida de Plácido y su poesía. Una cruel enfermedad -contra la que lucha aún- hizo mella en sus pulmones.
(continua en una segunda parte)
(BE-2149)
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