lunes, 4 de julio de 2022

Bibliografía de y sobre José Iglesias Benítez: "Fin de semana en casa de Pepe en Jarandilla" (IV) (Fragmento)

    

 





Pasarón de la Vera.

 

Antes de llegar a Pasarón hay un desvío de Plasencia a Jarandilla, a mano izquierda y a tres kilómetros se encuentra esta localidad. En el mismo desvío y junto a la carretera se halla una hermosa ermita posiblemente del siglo XII, no deja de satisfacer nuestra curiosidad y la de Pepe con las respectivas familias que en ese fin de semana nos acompañan, (las esposas, José Mari y Alicia), por lo que accedemos a la ermita de Nuestra Señora de la Blanca, patrona de Pasarón de la Vera.

Vemos unas indicaciones que señalan la existencia del Museo Pecharromán. Nos comenta Pepe que el personaje en cuestión es bastante curioso (un artista madrileño asentado en este pueblo)

El pueblo presenta una belleza ejemplar, es considerado como un bien de Interés Cultural, con la categoría de Conjunto Histórico-Artístico. Es la misma placa que reza en muchos de estos pueblos de la Vera como Garganta la Olla, Villanueva de la Vera, Cuacos… A los naturales se les llama pasaroniegos, tiene una pequeña población de poco más de 600 habitantes. Las fiestas de su patrón, San Salvador, se celebran a mediados de agosto.

Al final, en el extremo norte del pueblo, perfilándose la calle hacía la sierra, la altitud sigue pronunciándose a mayor escala. Nos sorprende un sólido y portentoso Palacio que se alza majestuoso en sus cimientos y que en cualquier caso se encuentra en desnivel con el terreno, inclinándose de este a oeste. Tres hermosas chimeneas sobresalen del tejado, desiguales y distintas, igual que la que vimos en otro palacio, junto a la plaza de Trujillo y otros que recordamos haber visto en algún otro lugar de esta zona. Cada una de estas chimeneas son similares, pero no idénticas, pero sí guardan una original similitud asombrosa.

La iglesia parroquial la encontramos con las puertas abiertas, ello nos inclina a introducirnos en ella antes que la cierren. Comprobamos que se estaba celebrando más de una comunión por lo que decidimos salirnos para volver a entrar después. En el altar se hallaba el sacerdote terminando de bautizar a un niño, curiosamente ya no lo llevan en brazos. Nosotros vamos a lo nuestro, a observar y valorar el arte que pueda encerrar el interior de la iglesia.

Mientras nos detenemos en un cuadro parecido al pintor extremeño El Divino Morales, que hay en esta parroquia recordamos el que existe en una de las iglesias en Plasencia, a la que no pudimos entrar para verlo. Este que vemos ahora parece bastante antiguo, así nos lo hace saber Pepe. La torre de la iglesia está totalmente reparada, hallándose como regañada. Discusión que ha tenido con la madre iglesia, mirándola desde otra situación con desdén. Cuando salimos de ella, en la puerta de la misma se encuentra toda la gente que antes celebraban las comuniones, desde el público se están lanzando puñados y más puñados de caramelos para los niños y para los mayores que vemos como se agachan también aprovechando la coyuntura. Es como una lluvia de gotas gordas que nos caen en la cabeza.

En el recorrido por una de sus calles vemos la puerta de una casa totalmente abierta, un atril franquea la entrada. Es una exposición, exponen fotografías en las que se detallan unas cuevas. Nos damos cuenta de que se trata de una especie de bar, aunque en la puerta no indique nada. La curiosidad nos invita a entrar hasta la barra a la que se accede por unos escalones, está abarrotada de jóvenes, otros escalones nos llevan, al bajar, a una especie de habitáculos o cuevas, hechos a pico; el olor a humedad se hace insoportable. Alguna lata de Coca-Cola vacía yace en el suelo, por poco tropezamos con ella. En la pared se forman algunos huecos como hornacinas y un sofá con cojines de espuma forrados.

Esta intromisión curiosa a la que hemos asistido espontáneamente, hace que aliviemos la vejiga en los servicios. Un momento bien aprovechado y sin pagar nada porque no nos arrimamos siquiera a la barra. Quien hubiera visto este descaro habrán dicho “vaya cara, la de estos”.

Los que nos acompañan en el grupo y que pasaban de largo han decidido seguirnos con la misma curiosidad nuestra ya que habían pasado desapercibidos.

-Vamos a entrar aquí a ver que ha visto el chiquinino. -dijo Pepe a los demás cuando nos vio entrar sin mediar palabra.

Todos, como no, aprovecharon para usar el servicio de los lavabos.


Pasarón de la Vera, 2 de mayo de 2000
Alonso Pallarés



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