Para ese Alma de Dulzura con mucho cariño.
(Vanesa Caballero Romero)
El olivar.
En el camino de cualquier lugar una
niña triste, desamparada y afligida
perdida en el solaz labriego la
encontré con un dolor en su mirada.
Las lagrimas asomaron a sus ojos
tan tristes como la misma pena
resbalando fueron por sus mejillas
y rodaron hasta tocar el suel0.
¿Qué te ocurre, niña preciosa?
¿Por qué lloras sin desconsuelo?
¡Busco el sol como amparo
lo he perdido y no lo encuentro!
Llora la encina y el alcornoque
lloran también unos cercanos olivos.
las aceitunas sueñan despiertas
porque dicen se han perdido.
Y encaramadas en el olivo suspiran.
¿Por qué sufren si solo son sueños?
es el mismo dolor que siente el olvido
del labrador que cambió su destino.
¡Niña no llores! ¿dime como te llamas?
le pregunta a la niña un olivo solitario
¿Tus compañeros donde se encuentran
que miro y no los veo?
y responde la niña despertando
del sueño, y con el alma dolorida.
Se han cansado de esperarme
se han ido, sin darle pena de mi,
dice el olivo en un suspiro
¡Malaje!
¡les voy a enseñar yo los modales!
¡Esto se merece un castigo del cielo!
¡hacer sufrir a esta niña sola, perdida,
errante por estos caminos!
¡Ella va buscando
y no encuentra,
no da con sus olivos!
Villambró, 28 de abril de 2021
Romero Salgado-Pacha,
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