Autor:
Alonso Pallares.
"Parador Nacional de Jarandilla".
Recordamos la primera vez que visitamos Jarandilla, era verano y estaba todo casi cerrado, algo extraño, tan solo quedaba algún que otro bar o restaurante abierto, en lo que es hoy la Avenida de Lourdes Nava G., en la salida hacia Plasencia.
Le preguntamos a Pepe el nombre singular de la Avenida y nos lo explicó, incluso con detalle. Pepe nos manifestaba su satisfacción por ello, ya que está bien que el pueblo se acuerde el poner a la Avenida, una de sus calles principales, el nombre de una de sus mayores benefactoras. Al morir esta señora dejó su capital y todos los bienes al pueblo de Jarandilla; al Ayuntamiento, en este caso como representante, creándose para este fin una Fundación y otras bienaventuranzas.
Medio lloviznaba y con el paraguas en la mano, la tarde-noche era fresquita. Fuimos a visitar, como no, hasta donde te permitía hacerlo, el Parador Nacional de Jarandilla. El bar es de uso general, así que nos atrevimos sentándonos en una de las mesas. Allí en los soportales del claustro nos tomamos unas cervezas que, por cierto, no sintonizaban mucho con el tiempo que reinaba.
En su interior las paredes estaban revestidas con plantas y enredaderas que adornaban toda la superficie de la fachada de ese verdor campestre en toda la extensión de la misma.
Algunas palmeras dibujaban con su altura adornando el atrio. En ese momento se estaba celebrando la cena de unos desposados. Una delicia para todos los comensales con el momento especial que pasaban degustando las ricas delicias de la cena y, con la particularidad de saborearla sabiendo donde estaban,
Fuenlabrada 3 de mayo de 2000.
(Transcripción: Siruela, 5 de noviembre de 2020)
aunque tuvieran que haber pagado quizás más del doble que en cualquier otro restaurante, pero, naturalmente, no habría sido un Parador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario