Título que le da nombre a su segundo poemario.
El primero fue 'Cuando el amor me llama'.
Este poema aparece publicado en Madrid, 1988.
Ed. Beturia.
Páginas, 11 y 12.
Autor:
José Iglesias Benítez.
En esta lenta soledad del día.
En esta lenta soledad del día
que desgrana minutos como gotas
destinando ternuras o ansiedades,
presentimos la vida.
Presentimos que a veces nos estalla en lo más íntimo
un furor de palabras que desciñen la noche:
Desenvuelve la aurora la esperanza
de ondear otra vez el alma al viento,
de aniñarnos cada vez un poco cada arruga
desmintiendo la luz de los azogues.
Pero si sale el sol, nos contemplamos
en la forma de un niño que camina
llevando sobre el hombro su miedo y su miseria.
Duele su liviandad porque es tan frágil.
Más sopla el viento
y sigue el día
dorando los cuchillos de un sol que ya es incendio.
Su plomo derretido abrasa las entrañas
del hombre solitario que madura.
Sostiene su monólogo y la arena
es cuarzo enrojecido hiriéndole las plantas.
Su locura estremece
porque es razón de amor para otros hombres.
Vedlo avanzar, al mediodía.
Vedlo llegar cargado
con un inmenso fardo de sueños sobre el hombro.
Arrastra su verdad como un madero
Desnuda su osamenta de carne innecesaria
y estalla en cada esquina su grito esperanzado...
Ya pesa la fatiga, y el crepúsculo
se sienta a meditar sobre una roca.
Se busca el corazón y se estremece
al verlo tan vacío, despoblado
de pájaros, de risas y de niños.
Y busca entonces una mano
que alivie tanta herida.
Un ala breve
que acaricie, que aduerma, que acalle el hondo grito.
-Somos hombres no más, qué poca cosa-.
Y la noche lo encuentra dulcemente acogido
a un regazo de sombra donde dormir desnudo.
y allí fenece el miedo,
la soledad,
el miedo.
Y el hombre retrocede.
Vuelve a la infancia, a la prehistoria.
Vuelve a cargar con sueños imposibles
y mañana, ya niño nuevamente,
emprenderá otro viaje.
Otro camino, largo, largo...
destilando ansiedades y palabras
por esta lenta soledad del día.
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