Poemas dedicados:
Para: Ángel Morillo y Mary Carmen.
De "En esta lenta soledad del día"
Madrid, 1988.
Ed. Beturia.
Páginas, 23 y 24.
Autor:
José Iglesias Benítez.
Adolescencia:
I
No hablábamos de dioses.
Portábamos apenas
la juventud ardiendo, la esperanza a raudales
y una breve tristeza por las hojas caídas.
Mostrábamos las palmas sosteniendo en su centro
la verdad prematura de nuestra adolescencia.
Era cierto el milagro de unos besos dulcísimos
con sabor a prohibido, abrazados los labios.
Eran ciertas las tardes, dorándose de pronto,
a la luz de unos pechos inocentes y frágiles.
Era cierto que el hombre puede alcanzar el sueño
más puro de su historia con sólo alzar la mano.
Era cierto el milagro. Los dioses no existían.
Empuñando la vida bajábamos al césped
a sembrar de ilusiones las orillas del río.
Muchachas como adelfas incendiaban la tarde
con risas niqueladas entre las cañas verdes.
Insultantes los ojos de desbordar verdades
ignoradas ahora.
Llevábamos el alma
deslumbrantes de luces, desafiando la vida...
II
Verdad que ya no somos. Pero aún mantenemos
una leve esperanza tiritando en la sombra.
Menos mal que aún nos quedan orillas perfumadas
de una memoria agreste donde acoger el tiempo.
Menos que aún guardamos un pequeño rescoldo
del incendio de entonces y a veces resucita.
Cierto que ya no somos. Pero de pronto asoma
otra vez el milagro y los dioses fenecen.
Y volvemos a vernos sosteniendo en los ojos
la verdad prematura de nuestra adolescencia.
(BE-1740)
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