domingo, 9 de enero de 2022

Romancero: "La Princesa cautiva y el Caballero de la Mesa Cuadrada" (Romance)

 

Allá por el altozano. I:










La Princesa cautiva y el Caballero de la Mesa Cuadrada 
(Romance)


¡Ay!, mi Princesa,
¡Qué dolor siento en mi pecho!
¡Qué angustia en mi corazón!
¡Que me tiene prisionero!
Siento esa pena triste de yo verte 
cautiva por ese rey moro.

Tú llorando me dicen que estas,
y yo de rodillas al cielo imploro.
Pero no ha de pasar muchas jornadas
de que yo te libre de ese sultán
y acabe con ese maldito en el calabozo,
¡Ten paciencia, mi bien, mi sueño!

En esa alberca cercana al castillo
ayer estuve sentado en recogimiento
y con mis pensamientos dados al diablo.
buscando higos así me he alimentado.
De higueras en abandono, desvencijadas,
jorobadas y a punto de extinguir,
encontré dos, tan solo dos higos,
y a mis ojos apareció esta hermosa huerta, 
abandonada y mustia por el sol,
estreñida y asfixiada por ese calor.
en pleno agosto.

Esta alberca que estaba llorando,
a saber, desde cuando lleva haciéndolo,
porque le falta eso que siempre tuvo
el manantial del agua que es su vida.

Esa huerta me produjo cierto sosiego
de lucidez y bienestar pensando en vos
que me senté como atraído
en su vetusto brocal alicaído.
y allí mi imaginación voló hacía ti,
compás del viento y miré el castillo,
que triste se erige hacía el infinito.
Triste por verte allí cautiva
y mi corazón con el tuyo en destierro.

Era  tanta mi meditación que al pronto
un soldado del castillo me abordó.
pidiendo explicaciones de mi estado.

- ¡Estas son posesiones del propio castillo
y prohibido es estar aquí sentado.
Me produjo tal desosiego, 
el santo se me había ido al cielo
y hasta de las ganas de comer se me fueron.

Yo para ti sigo siendo un caballero
y como debiera ser asaltar el castillo
he decido en esta noche de mal sueño
y rescatarte in so facto de ese malaje,
de ese maltratador de damas
que tiene en cautiverio.

Tras un rodeo y llegar a la entrada
de ese castillo viejo, 
me encontré al ofusco soldado
que impedimentos me puso
y pensando en mi dama saque mi espada
y de una estacada cayó muerto al suelo.

¡Albricias! ya tengo el camino libre
al menos con uno menos
Doy fe que mi valentía fue producto
de ese amor que me empujó a hacerlo,
de ese deseo que brota dentro de mi
de ver a mi princesa en cautiverio.

Más por Belcebú al traspasar la puerta
del castillo viejo sorprendí a otro guardián
que durmiendo estaba.
Tras un golpe eficaz, rudo, sin sentido
momentáneo quedó. Le amordacé 
y le ate las manos y a punta de mi daga
que saqué de su envoltura 
me fui en busca de la dama,
como era de noche todos dormían.

Liberé a la dama cautiva tras dejar
al soldado en la mazmorra prisionero 
atado y amordazado.
Monté a la dama en la grupa de la montura
de mi caballo alado, que cortaba el viento
en ligereza y casi desbocado.

Llegaron al palacio de este caballero
de la Mesa Cuadrada, así llamado,
por ser un Caballero enemigo 
de los caballeros de la Mesa Redonda.

Ella me reveló sus secretos
y me pidió los tuviera bien guardados.

-Es para mí un gran honor princesa 
de ser tu guardián de tus secretos,
será un honor para este anegado caballero.

Y postrándome de rodillas a sus pies.
le dije con voz pausada, de amor callado,
a la princesa cautiva de ese malvado.

-Yo te seré fiel en tus secretos guardarlos.
a partir de ahora será mío ese deseo.
ya que tú me lo pides con ese fervor
de dama herida por un malvado moro.
y será para mi un honor que no merezco.

-Aunque todo tenga fecha de caducidad,
por desgracia, hasta nuestra existencia
por desgracia. Dijo la dama

Pero porque desaprovechar este estado 
de gracia que nos vemos abocado,
sí cuando solo pasan de tarde en tarde,
sí cuando vuelven a pasar a otro ritmo 
llevan los andares
del caballo, del caballero y la dama.

-¡No dejemos correr nuestra mente
por vericuetos caminos,
el destino lo ha querido así.
¡Que así sea! 
Acabó diciendo el caballero.

-Es la divina providencia que surge
en un inesperado momento del camino
Yo me pondré de nuevo la armadura
con rodela incluido y lanza,
guardaré con con celo tus secretos,
con los tuyos los míos.
que no siendo de excesiva importancia
serán a tumba abierta guardados,
en mi cofre de oro serán bien
escondidos y hallados.

La dama sollozando está, 
su corazón una flecha le ha herido.

-Quisiera, mi bravo caballero,
enviarte palabras de consuelo
y quiero enviarte muy sinceramente
mi cariño más amado.

-Seguiré siendo siempre tu caballero
y guardaré tus secretos siempre que quieras
y si con el tiempo más los hubiera.

-¡Si!, los guardaré a capa y espada, 
y puedes, mi dama tu seguir soñando,
con el príncipe o con este caballero.

-No esperaba de un noble caballero, 
esas palabras tan bien alabadas,
y gracias por seguir siendo mi caballero
de la Mesa Cuadrada, como dices.
de guardarme esos íntimos secretos 
y expresarme con millones de gracias,
Si ahí quieres seguir siendo mi fiel caballero
de los secretos bien guardados,
agarrote de mi mano y caminemos

-Yo te ofrezco lo mismo a cambio 
de la sinceridad y la confianza
y de ese amor tan grande que 
entre los dos aquí ha nacido.




Los Puentes de Madison, 15 de septiembre de 2021.
Romero Salgado Pacha.



 

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