En una pronunciada hoz del Júcar se alza sobre la llanura y la brecha del valle el peñasco que sustenta Alarcón, mirador y defensa natural donde los haya. No es de extrañar que fuera elegido desde antiguo lugar de asentamiento; su foso natural y su atalaya lo designan como estrategia en la primera mirada. Pero son los árabes los que levantan la primera fortaleza y es de su lengua de donde proviene el topónimo.
El castillo conserva parte de su aroma musulmán pero sus posteriores reformas nos imbuyen de medievo que corrige, tras la reconquista, su estructura. Entre sus torres y sus defensas destaca la Torre del Homenaje, que se impone desde cualquier rincón del entorno y corona la estampa de manera inapelable. El castillo, convertido en Parador, nos proporciona el albergue, y éste el sosiego necesario para no perder detalle ni de él, ni del resto de la población y las muestras de historia impresas en sus calles, iglesias, torres y museos.
Ed. Comunidad de Castilla la Mancha
Folleto ilustrado en color
16x16 cms.
(B-277)
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