Comida en La Coronada.
Recordando ese viaje que hicimos a la Serena. En este restaurante de la Fama, brindamos por la alegría del momento, por esos ratos de cultura y por esos conocimientos de lugares y de cosas de Extremadura, de esa tierra parda que en ese mes de agosto es más parda todavía. Esta tierra que nos vio nacer bajo su calentura de verano y en el recuerdo que nos aflora de esos inviernos al socaire del aire de poniente y del saliente cuando azotaba de lo lindo para dejarnos tan fríos, de bajo cero muchas noches.
La Serena es tierra ganadera de buena calidad, esa riqueza la dan sus tierras que son pobres en general pero ricas por esa hierba fina que proporciona esa original denominación de origen grabado en la riqueza de sus carnes, la del cordero criado con esa débil hierva, débil cuando crece, pero de calidad extrema.
Este medio ambiente casi intacto, gracias en parte, al uso racional del hombre en su entorno, la convierte en un auténtico paraíso para los amantes de la ornitología. Cuatro paisajes vertebran un territorio cargado de posibilidades que le sorprenderá a cada instante: sierras, dehesas, humedales y pseudoestepa.
Es el paisaje más característico de La Serena. Más de 150.000 hectáreas de llanuras y de pastizal natural de gramíneas anuales inabarcables a la vista, con los conocidos “dientes de perros”, con una riqueza biológica reconocida internacionalmente. La inmensidad de sus estepas, donde el silencio cobra sentido en toda su expresión, acoge hoy un enclave natural único y uno de los ecosistemas faunísticos más importantes de Europa.
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