Poemas dedicados
En la madrugada del 5 de 1997 unas pavorosas tormentas asolaron la población de Valverde de Leganés y el barrio de Cerro de Reyes en Badajoz. A las víctimas.
Autor:
José Iglesias Benítez.
I
La tormenta
La noche tiene ríos desatados
en furia y vendaval y desconcierto.
La noche tiene párpados abiertos
y en torrentes de lágrimas cegados.
La noche viene en mares enfangados
manchándole la muerte a tristes muertos.
Abatida la noche, se ha cubierto
con un manto de lodo despeinado.
La noche es una huida sin destino
que se traga de golpe la esperanza
y sólo deja atrás pena mojada.
La noche deja vidas y caminos
hacía un alba de luto que no alcanza
a teñir tanta muerte de alborada.
II
Sirena
Se perdió en la crecida. Fue su mano
un pálido desgarro en la negrura
sin alma de la noche. En el cercano
corazón de su madre fue amargura.
Se perdió en la crecida. Quiso en vano
encontrar un apoyo en la locura
del cenagal furioso. Sobre el plano
horizonte del miedo flotó, pura,
La mirada de asombro y desamparo
de su cara de cera y soledumbre.
Y nadie la vio más.
Hecha sirena
se escapó para siempre hacía el amparo
de un agua más azul y un sol de lumbre.
Y nos quedó su sombra y nuestra pena.
III
La muñeca.
Y faltaban los brazos y el vestido.
Y algunas hebras rubias le faltaban.
De un ojo de cristal descolorido
dos lágrimas de barro resbalaban.
Leproso de pintura, estaba hundido
el plástico del pecho. Le colgaban
jirones de un zapato malherido
que unos dedos de fango atravesaban.
Semioculta en el lodo, la muñeca
era un despojo gris de la riada.
Y un sudario de lluvia amortajándola.
El barro dibujaba alguna peca
en su cara infantil, desconsolado.
Y una niña lloraba, señalándola.
(BE-1967)
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